Por Ariel Lomasto

Paul Morand nació en Rusia el 13 de marzo de 1888 donde su familia residía desde el año 1846 pero pronto se radicó en Francia y realizó sus estudios. El 24 de julio de 1976 falleció en París. Rápidamente su espíritu aventurero lo lleva a viajar por el mundo y esto lo reflejan los retratos escritos de ciudades que pronto lograron importante éxito: Nueva York (1930) y Londres (1933) son representativos de este periplo mundial. Campeones del Mundo es conocido en 1930 y un año después la Biblioteca Nueva de Madrid lo traduce y publica.
El boxeo forma parte de las letras desde que la razón llegó a la humanidad y no podía faltar en el ingenio de este autor. Las páginas dedicadas al pugilismo en Campeones del Mundo bien pueden ser de por sí una obra aparte o la idea que esos párrafos arrastra, la base de un libro de mayor extensión. Cuenta que uno de los miembros de esa cofradía de estudiantes que cada diez años prometen encontrarse es boxeador y campeón. Pero prefiere conservar su título defendiéndolo frente a púgiles de menor nivel a costa de mantener y renovar su prestigio en el ring. La fama y el dinero llegan a su poder mediante su actividad en el teatro. En los primeros años de la historia del boxeo como se lo conoce hoy era frecuente que los boxeadores también se desempeñen como actores y a nadie le extrañaba que ellos mismos representen sus vidas. Paul Morand refleja en Campeones del Mundo el reconocimiento a un púgil sobre las tablas de un ring y a la vez sobre las tablas de un escenario.
Al decidir, convencido por el dinero, pelear con el mejor rival, su final se acerca y no por su culpa. Es tan fuerte el honor del púgil que supera el valor de su propia vida.
Campeones del Mundo de Paul Morand forma parte importante de la relación entre la literatura y el boxeo y además acerca a los lectores a un autor no por muchos conocido pero que merece ser leído y traído a la luz en este sencillo relato.
Ariel Lomasto
lomastoariel@yahoo.com.ar



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Gracias.