El Wembley Stadium se erigió como el primer escenario de un drama que se cocinará a fuego lento hasta el 19 de julio: la revancha por el codiciado trono indiscutible de los pesos completos entre el campeón ucraniano Oleksandr Usyk, poseedor de los cinturones CMB, AMB y OMB, y el retador británico Daniel Dubois, monarca FIB.
El primer cara a cara no fue un mero trámite promocional; la tensión palpable culminó en un empujón de Dubois a Usyk, un preludio cargado de la controversia que marcó su primer encuentro.
Más allá de los cinturones y la gloria deportiva, este enfrentamiento en Wembley se presenta como una batalla por la legitimidad y la reivindicación. Para Usyk, se trata de consolidar su reinado indiscutible, acallando las voces que cuestionan la validez de su victoria anterior.
Usyk declaró
“Estoy agradecido a Dios por esta nueva oportunidad de pelear por el campeonato indiscutible”.
“Gracias, Daniel, por cuidar mi cinturón de la FIB; ahora vengo a recuperarlo”.
El recuerdo de Varsovia, agosto de 2023, aún resuena en el mundo del boxeo. La victoria por nocaut técnico de Usyk en el noveno asalto dejó un sabor agridulce, alimentado por la polémica caída en el quinto round donde un golpe de Dubois fue catalogado como ilegal por el árbitro. Esa decisión, que permitió a Usyk recuperarse, sigue siendo una espina clavada en el orgullo de Dubois, y su gesto en Wembley, aunque rápidamente diluido en risas y un aparente respeto mutuo, fue una clara manifestación de esa herida sin cicatrizar.
Para Dubois, es la oportunidad de demostrar que su poderío y su juventud pueden doblegar la maestría técnica y la experiencia de Usyk, borrando el amargo recuerdo de la derrota y reclamando el lugar que siente que le fue arrebatado.
Dubois declaró:
“Esta es la pelea que quería y exigí. Tengo la oportunidad de vengar aquella noche. Debí ganar la primera pelea, el árbitro me lo impidió, y esta vez, frente a mi gente en el estadio nacional, no fallaré”.
El empujón en el cara a cara inicial no fue solo un acto de provocación; fue un símbolo de la furia contenida de Dubois y su convicción de que esta vez la historia será diferente. Sin embargo, la cordialidad mostrada posteriormente entre ambos púgiles no resta un ápice de intensidad a la contienda que se avecina el 19 de julio.