tragedias recientes – Solo Boxeo

Por Andrés Pascual El “milenial” es el nuevo ciudadano del mundo acorde con los tiempos, parece hecho en laboratorios, como en las películas de ciencia ficción. Nadie sabe cómo han logrado crear un especimen así, “nacido naturalmente de mujer”, pero confiable a los designios tenebrosos que proyectan para el futuro de la humanidad las mentalidades que están cambiándolo todo para mal, o por lo menos para incómodo. La ¿evolucion? es vertiginosa y la parte que todavía queda que no se puede manipular por medio del desarrollo científico-tecnológico, incluso alimentario, incapaz de poder hacer algo que salve a esta generación y a las venideras. El mundo de hoy mete miedo y “esto no es na'camará”, sino lo por venir. Usted los ve con sus jugueticos, no una hora ni dos, incluso ni 4, sino el día y la noche, parecen aliens programados como los de cualquier película; parecen insensibles ante cualquier estímulo común y corriente “estilo antiguo” y parece como que sufrieran de un especial autismo degenerativo desde que aprenden a caminar; no entiendo otra manera de concebir a estos jóvenes, pero tengo nietos de 22, 19, 12 y es preocupante, sobre todo en el de 12, la manera de comportarse con el teléfono “inteligente” y quise decir que quizás yo estuviera preocupado en exceso, NO, es razonable. Curioso en el milenial la capacidad de absorción de conocimientos y la veda autoimpuesta a participar socialmente desde la conversación; pero, ¡CUIDADO, LO SABEN TODO (y lo oyen todo)!. Lo preocupante en el milenial es la inexpresividad, el gesto ausente o la mueca ante el castigo paterno por algo mal hecho (aparentemente no hacen algo mal, sencillamente no hacen nada) y en esto radica el peligro, porque en este joven apenas se puede descifrar su estado de ánimo ni su reacción ante estímulos; entonces su compleja existencia, que parece sencilla, pudiera acabar en un titular mediático después de que mate a una decena o más de compañeros, de desconocidos y de familiares. Caso raro, enfurecen a los padres por su inactividad, por su ninguna voluntad de respuesta El juego “avanzado” que crea “copycats” o imitadores, que desliza al joven hacia actos terribles, muchachos que nadie podía ser capaz de pronosticarlos tan violentos; a pesar de los mensajes de facebook y twitter que conocen muy temprano y mueven a actuar muy tarde a las autoridades, que, y no lo dudo, aparentan como en contubernio para que los actos criminales se cometan, está a la disposición del milenial, como que sugiere la sangre necesaria a los vampiros del cine y la literatura para sobrevivir. Pero el milenial tiene mucha influencia en el mundo de hoy y el deporte profesional americano se mueve al ritmo de estos: HAY QUE COMPLACERLOS, por eso Bryce Harper, de los Phillies de Filadelfia, que gana una barbaridad inmerecida de acuerdo a lo que hace, fue el vocero milenial utilizado por el Comisionado de las Grandes Ligas para alterar el ritmo de juego y la belleza del pasatiempo tras la consigna “ESTA ACTIVIDAD ES MONÓTONA”, y que el mundo se acabe y el deporte resulte lesionado... Sin embargo, la inmundicia y el detalle trágico del boxeo han logrado ponerse a salvo, porque al milenial no le gusta la actividad pugilística, por eso el grupo corrupto que manipula a este deporte puede hacer, deshacer y provocar todo lo que le venga en ganas, desde managers y promotores al pulpo mediático que rige al mundillo de Fistiana, sucio por supuesto. A medida que han transcurrido los años, el boxeo ha dejado de ser interesante en Estados Unidos, comprobable en la desaparición del resultado de las supuestas peleas grandes de los titulares del día siguiente. Al pugilismo lo mantienen en calidad de deporte de aceptables resultados financieros las minorías que viven en este país, o los países del resto de América; incluso algunos de Europa, como Inglaterra en un par de regiones o en Rusia, cuyo hambre por el espectáculo profesional, luego de un período tenebroso de Cortina de Hierro, los mantiene golosos. Por las razónes que enumeré, la muerte de Benny Paret levantó una ola de protestas y amenazas contra la disciplina que por poco lo barren legalmente como proposición de entretenimiento. Fíjese la cantidad de organizaciones que defienden todo lo que consideren “abusivo” contra organismos vivos; aunque, y no lo dude, son manipulaciones del espacio político liberal que cunde y hunde al mundo. En su afán impositivo, llegaron tan lejos que obligaron a cerrar una historia de entretenimiento infantil sana como el circo Ringling, porque maltrataban a los elefantes, contribuyendo a cambiar la mentalidad de niños y jóvenes hacia peligrosas nuevas formas de juego, lo mismo que decir que colaboradores con la monstruosa conversión de muchos jóvenes en criminales o en gente de instintos perversos. Si al milenial le interesara el boxeo, quizás nunca pudieran arreglarle peleas al Canelo Alvarez en Las Vegas; tal vez nunca pudieran violarse los rankings tan groseramente como hoy y, tampoco lo dude, HBO no hubiera cedido en la guerra promotoril por efecto de la fuerza Al Haymon, al extremo de que abandonó la carrera. Dos jóvenes muertos en menos de una semana, el argentino Hugo Santillán y el ruso Maxim Dadashev (foto de ambos) y no se sostiene la exigencia solicitante de “más humanización del boxeo” o la proposición para eliminarlo totalmente; a ojos vista, los elefantes interesan más en el mundo de hoy, o un pajarito de África, que las vidas de jóvenes puestos en la guillotina por violaciones de las reglas que deben prevalecer para evitar estas tragedias. Mire, malo para el pugilista; perfecto para los que mandan y hacen inhumano este deporte bajo la impresión de conductas criminales: la ninguna reacción como debiera ser por las muertes que cité, le ha dado la señal al pulpo que disgusta por sus actividades gangsteriles de que tienen luz verde por el carril interior. Porque no están en el peligroso “ojo fiscal”, los madamases del pugilismo saben ya que pueden hacer lo que quieran y lo hacen, hasta que acaben con el boxeo por inanición, por decepción o frustración de un fanático que, todavía, por efecto de nadie sabe qué, le es religiosamente fiel, sin preocuparse por la masacre de la credibilidad que ellos mismos aprueban sin tomar medidas a su favor.

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