Historias de Don Nacho Berinstain

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Akateíhual
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Historias de Don Nacho Berinstain

Mensaje por Akateíhual »

Boxeo Azteca
Ignacio Beristain fuera de las cuerdas
Excélsior –

CIUDAD DE MÉXICO, 18 de junio.- Cuando alguna sinfonía de Beethoven deja escapar un solo de violín, don Nacho Beristáin retrocede de inmediato a los años de chamaco. Cierra los ojos y la música lo empuja hasta sus tormentosos tiempos infantiles en Xalapa, donde los golpes y los hematomas eran el pan de cada día.

Don Nacho platica desde su oficina en el gimnasio Romanza, en la colonia Granjas México, donde tiene que alzar la voz para que sus palabras no se las coman los costalazos y el murmullo de aquellos que siguen creyendo en los golpes como escape a un próspero futuro.

Dice que nació en Actopan, sin libros y sin música clásica; que muy chamaco se mudó a Xalapa, donde los coscorrones de la abuela y la tía le mostraron el duro camino de la vida. “En la escuela también menudeaban los madrazos y tenías que defenderte como pudieras. Yo ahí bailaba el oso a cada rato, me aventaba unos tiros muy cabrones y a cada rato amenazaban con expulsarme de la primaria, aunque el tener un abuelo jefe de la policía ponía a los maestros contra la pared. Llegaba a diario con el ojo morado, el codo lleno de pus y el uniforme enlodado. Entonces era el turno para los moquetes de la abuela.”

Contrasta la música que escucha en su minicomponente y una vida llena de trancazos. Como si las partituras de aquel alemán se convirtieran en el fondo de historias rudas de un mánager malhablado, quien se da tiempo para gritarle a sus boxeadores y seguir recordando aquellos combates sangrientos en la adolescencia.

“Había un tipo que me retaba a cada rato y conseguía que yo me saliera del salón para rompernos la madre. A él lo expulsaron. Los de quinto y sexto se asomaban por las ventanas, él me gritaba que pidiera permiso para ir al baño y golpearnos como si existiera entre nosotros un odio motivado por no se qué cosa. Las calles eran empedradas y llenas de lodo. Yo me fui de Xalapa y más tarde supe que le dieron un tiro en la espalda. Sus piernas se le hicieron flaquitas y él terminó en una silla de ruedas. Una tarde volví al pueblo, pasé por la pescadería de su familia y lo miré en la silla. Me dio mucha tristeza, pero cuando el tipo me reconoció le dio un chingo de coraje. Si pudiera se hubiera levantado de su silla para romperme la madre.”

Argumenta que por peleonero lo metieron a un hospicio cuando tenía 12 años de edad. “Y de inmediato tuve que rifarme un tiro por ser el nuevo. Terminé en un cuartito, con zapatos de mayor tamaño que mis pies y una rata enorme que los cabrones chamacos me aventaron como castigo. ¿Sabes lo que es tener que enfrentarte a un animal asustado? Traté de darle una patada para defenderme y se me salió el zapato, la ratota se sintió atacada y se me aventó a los pies. Me mordió. Yo corrí por mi zapato y me detuve unos segundos. Ambos estábamos aterrados y arrinconados. Al final tomé un trozo de madera y acabé con el animal.”

Y, entre la ópera de Carmen y la Novena de Ludwig, el hombre de 74 años de edad platica que “en otra ocasión un perro me mordió en la cara”. Dice que las historias abajo del ring abundan, que los golpes también. Él no sabía que tanto golpe, a la larga, le enseñaría un camino lleno de éxito, dinero y hasta un lugarcito en el Salón de la Fama del Boxeo. “El otro día me decía un sicólogo que los del signo Leo somos de un carácter violento. No le creo ni madres.”

II

Si debe existir un culpable de que el mánager del campeón Juan Manuel Márquez tenga gusto por la lectura y la música clásica ésa sería su mujer. Y don Nacho, a su vez, ha tratado de compartir estos placeres con sus campeones mundiales. “A (Gilberto) Román, (Daniel) Zaragoza y (Ricardo) Finito López les llegué a dar libros, algunos de Paulo Coelho. ¿Ya leiste El Alquimista? También me gusta este tipo, el que escribió sobre la ceguera (José Saramago/Ensayo sobre la ceguera). Sobre la música es más difícil, si un día llego al gimnasio y pongo alguna sinfonía, seguro me mandan a la chingada. Aquí lo que los hace moverse es la salsa.”

A sus 74 años de edad gusta entrenar a la par de sus campeones, porque le gusta llegar a la esquina del cuadrilátero en perfectas condiciones. “Trato de correr seis kilómetros diarios, escuchando algo de música clásica. En ocasiones dejo la lectura sólo para los viajes largos en avión.”

Después de combates intensos como los que ha tenido Juan Manuel Márquez contra el filipino Pacquiao es entonces cuando el mánager mexicano opta por encerrarse en la habitación del hotel en turno, tomar una ducha para eliminar el mal olor (argumenta que el sudor del miedo apesta), un par de tragos y “abrir las puertas para que se asomen Bizet, Beethoven y otros compositores clásicos. Márquez suele reunirse con mucha gente después de sus combates y yo prefiero encerrarme para escuchar la música que me gusta”.

El jarocho se da tiempo para dar indicaciones a sus pugilistas, algunos han dejado de entrenar para escuchar sus anécdotas. Entonces se escuchan algunas palabrotas y todos vuelven prestos a la rutina en el gimnasio. “¿Sabe que tengo un apodo?, pero no se lo digo, porque lo publica y luego me encabrono.”

III

Hay veces que Beristáin escucha canciones rancheras y las voces de Javier Solís, Pedro Infante y Vicente Fernández adornan su habitación. El piano y la voz de Agustín Lara se cuelan entre aquellos y la mente del entrevistado viaja a otros tiempos. Relata entonces la ocasión que el gusto por dichos cantantes le hizo coincidir y conocer a un colombiano al que apodaban El Mexicano.

“Gilberto Román y yo viajamos a Miami para una pelea contra un colombiano (Sugar Baby Rojas/ abril de 1988), en Miami. Román buscaba recuperar el título y un amigo colombiano se nos acercó para hablar de box y la música mexicana. No sabíamos a qué se dedicaba, pero nos parecía un tipazo. Estuvo encima de nosotros y se hizo nuestro amigo antes del combate. A Román le apostó 125 mil dólares al tres por uno. Aquella ocasión el peleador colombiano se convirtió en una pesadilla, pero al final Gilberto le ganó por decisión. Por la noche, el tipo se apareció con unas personas y le entregó a Román 400 mil cañas (dólares), platicó con nosotros y nos regaló unas cajas de coñac y mariscos chilenos.”

No había manera de regresar a México con tal cargamento (12 botellas de a litro, una botellota de champaña de cinco litros y varias cajas de mariscos). “Pero aquel amigo nos dijo que había sido un gusto convivir con nosotros y que el paquete llegaría a nuestros domicilios. Así fue. Antes de despedirnos, uno de sus hombres nos dijo que don Gonzalo era el campeón del mundo en sus negocios.”

¿Y qué pasó?

Un año después nos sorprendimos al ver la foto del amigo colombiano en los diarios. Lo habían matado a tiros y los diarios decían que Gonzalo Rodríguez Gacha trató de huir de la policía colombiana. Sabíamos que le decían El Mexicano por su gusto a la música de nuestro país y el cariño por Pedro Infante, Javier Solís y Vicente Fernández. Lo que ignorábamos era que se trataba del segundo narcotraficante más temido en su tiempo, sólo por detrás de Pablo Escobar. ¡Putamadre!

“Haciendo memoria, El Mexicano nos platicó muchas aventuras en la corta convivencia que tuvimos en Miami, pero nunca relacionadas al narco. Sólo reía y nos respondía que era cabrón en lo suyo. Incluso nos invitó a su casa, estaba oscuro adentro y nos asustó el rugido de una pantera cuando el amigo colombiano abrió la puerta. Después de mirar las noticias de su muerte, Román y yo sólo decíamos ¡ay, cabrón!”
tepis45
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Registrado: Jue Ene 05, 2012 9:19 am

Re: Historias de Don Nacho Berinstain

Mensaje por tepis45 »

Ni mas ni menos, es todo un caso, es un espectáculo verlo y mas oírlo dar instrucciones en la esquina de sus pupilos.
-Alguna vez en la Arena Coliseo, un boxeador le pidio a uno de sus hermanos que subiera a asistirlo como "second" o sease un asistente mas. El boxeador que no recuerdo su nombre era un diamante, de estilo depurado, boxeaba estupendamente a la media distancia. El hermano que era el mayor por cierto del bofe en cuestión, al ver que le atizaron dos madrazos (decía Don Nacho así), inmediatamente como cualquier aficionado, le grita "partele su madre""no te dejes""acercate y pegale abajo".
Ya en la esquina al termino del Round Don Nacho le dice.
"Tu pinche hermano no te quiere el muy cabrón" El bofe le contesto no diga pendejadas Don Nacho , el me quiere un chingo.
Don Nacho le contesta ¿no te gusta oir pendejadas verdad? Pos no, respondió el bofe. Bien -aclaro Don Nacho- entonces como jijos de la rechingada escuchas las pendejadas de tu hermano. Escuchame a mi que por muy pendejo que sea soy tu manager, y el por muy hermano tuyo que sea, no deja de ser un pendejo. ¡Estamos!
Era un show.
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