Durante un tiempo, Gervonta “Tank” Davis fue presentado como el heredero natural de Floyd Mayweather Jr. Tenía carisma, pegada, victorias espectaculares y una conexión inmediata con el público. Su nombre vendía, sus peleas generaban expectación y su cotización en el boxeo estadounidense subía como la espuma. Todo parecía encaminado a una carrera histórica.
El punto álgido llegó tras su contundente victoria sobre Ryan García, una pelea que consiguió ventas de PPV espectaculares y consolidó a Davis como una de las grandes estrellas del boxeo moderno. Aquella noche, Tank no solo ganó un combate: parecía confirmar que estaba listo para dominar la escena durante años y convertirse en el próximo libra x libra.
Sin embargo, algo empezó a cambiar. Tras aquel triunfo, su actividad se redujo drásticamente. En 2024, Davis solo subió al ring una vez, frente a Frank Martin y en 2025, la controvertida pelea ante Lamont Roach terminó de alimentar las dudas sobre su pasión por el boxeo. Al conseguir un empate con mucha polémica.

Para entonces, la sensación era clara: Gervonta Davis había pasado de ser una fuerza imparable a un boxeador estancado al que los jueces le regalaron un empate para no perder su invicto y al contrario que otras estrellas no buscaron una revancha inmediata para lavar su imagen y se centraron en dejar caer un retiro del boxeo.
Fuera del ring, la situación tampoco ayudó llena de escándalos y denuncias. Su intento de protagonizar una pelea de exhibición contra Jake Paul, vista por muchos como un movimiento puramente comercial, volvió a frustrarse al cancelarse. Una vez más, sus problemas legales y episodios de violencia doméstica provocaron la suspensión del evento, recordando que el mayor rival de Davis nunca ha sido otro boxeador, sino él mismo.
Hoy, Gervonta Davis parece un exboxeador renegado del boxeo. Un talento extraordinario que lo tuvo todo para ser el nuevo Mayweather, dinero, promoción, poder mediático y habilidad, pero cuya pasión por el deporte parece haberse apagado demasiado pronto único a sus problemas fuera de los cuadriláteros. El riesgo es evidente: pasar de estrella generacional a nombre olvidado, diluyendo su carrera entre inactividad, polémicas y oportunidades desperdiciadas.

Aún no es demasiado tarde para cambiar el rumbo, pero el tiempo juega en su contra, especialmente cuando no existen planes claros de regresar al boxeo en el corto plazo y más cuando continuamente habla del retiro. Si Davis no vuelve a comprometerse de manera real y sostenida con su carrera, su historia no terminará con gloria, sino con arrepentimiento: el de haber dejado escapar una trayectoria que tenía todos los ingredientes para ser legendaria.
Lamentablemente, si nada cambia en la cabeza de Gervonta, será recordado como el típico deportista que, por sus malas decisiones y falta de profesionalismo, quedará en la memoria colectiva como uno de los grandes talentos desperdiciados del boxeo, un auténtico muñeco roto.


