POR HUGO FAZAP.
Dicen que los mexicanos no sabemos festejar el triunfo de los otros. Tal vez sea una idea exagerada. Quizá simplemente somos selectivos, quisquillosos.
¿Cómo nace una leyenda del boxeo mexicano? ¿Qué se le demanda al que quiere ser coronado?
Primero entendamos que las leyendas son historias que parten de la realidad, hacen un largo viaje de boca en boca, adornándose poco a poco hasta volverse épicas, y luego, de tan largo que se vuelve su recorrido, dan la vuelta sobre ellas mismas para regresar su punto de origen: la realidad.Una leyendano es sólo una buena historia, esconde en su interior algo que nos liga con lo más terrenal de nuestras vidas, hacen eco en los componentes más básicosde nuestras emociones.
El ídolo nacional se levanta sobre los hombros de los mortales, que no ven en su boxeador favorito a un extraño, sino a un espejo agrandado de sí mismo. Me explico:
México no es un país fácil para vivir. Nunca lo ha sido aunque se nos dé idealizar el pasado. Y a quien aspire a ser una leyenda consagrada no sólo se le exige triunfar, sino hacerlo en condiciones que les resulten familiares a la fanaticada.
1) La leyenda germina como cactus: en condiciones difíciles, en tierras áridas y empedradas. A aunque se le exige nobleza, debe demostrar que tiene espinas, como Guadalupe Pintor, hijo de un padre violento, fugaz habitante de las calles de la Ciudad de México, años después campeóngallo ysúper gallo del CMB.
2) La leyenda debe ser un ídolo de sangre. El éxito de los boxeadores mexicanos alimentando la insaciable maquinaria de la industria delespectáculo deportivo se debe en gran medida a su temeridad. El aspirante a leyenda debe ser capaz de destruir y ser destruido. Pero para ello necesita grandes rivales que lo lleven al límite. Marco Antonio Barrera y Eric Morales se deben uno al otro gran parte de su estatus en el deporte. Todo héroe necesita titanes para agrandarse.
3) La leyenda debe vivir, serde piedra perocon alma de arena. Las glorias del gran Púas, crónica escrita por Ricardo Garibay, hace un retrato profundamente humano de Rubén Olivares, que nos deja ver los vaivenes de su vida entre las cuerdas del ringy entre las cuerdas de su vida. Ignoro la razón de nuestra afición por el melodrama, pero ya sea que al final encuentren la pazo no, los héroes del cuadrilátero deben ser vulnerables, sufrir reveces, tragedias, perderlo todo de golpe o a pedazos.
A ojos de ustedes, amables lectores, estos tres puntos seguro son debatibles y perfectibles. Pero para mí son suficientes para responder a una pregunta común del boxeo nacional actual, ¿por qué el estatus de el Canelo yChávez Jr. es tan controvertido? Porque el público no acaba de reconocerse en ellos. Porque el primero es demasiado cauteloso, el segundo no pudo hacer el sacrifico extra en el momento crucial, y ambos parecen haberlo recibido todo en charola de plata.
Sin embargo hay un factor de cambio en nuestros tiempos: la sociedad del espectáculo. Quizá mis tres mandamientos de aspirantes a Leyenda estén oxidándose por el PPV, comerciales de miles de dólares, reality shows, escándalos, prensa del corazón, promotoras todo poderosas, ratings …o quizá todo eso son sólo nuevas piedras para que germine nuestro próximo ídolo de sangre, tan divino como para triunfar donde sólo algunos pueden, pero tan humano como para vernos en susheridas yen sus moretones.