Por Manuel Menendez
En una velada boxística celebrada en Cincinati donde la pelea estelar fue más de lo que se esperaba con un Adrien Broner y un Enmanuel Taylor que salieron a fajarse para brindar lo mejor de la noche, una lamentable e inesperada situación impidió que la velada fuera perfecta.
La victoria unánime de Broner fue buena, pero su combate, el final, fue como un consuelo para el público debido a la decepción sufrida en la pelea anterior. Me refiero al pleito semiestelar entre el argentino Lucas Matthysse y el mexicano Roberto Ortiz quien protagonizó la nota negativa de la noche.
Luego de un primer asalto de estudio, hubo un intercambio en el segundo donde un gancho izquierdo de Matthysse fue a parar al hígado del mexicano hincándolo de rodillas en la lona. Fue ahí mismo cuando el árbitro le hizo la cuenta de diez y ante un dudoso Ortiz que llegó a incorporarse demasiado tarde, le detuvo la pelea.
Algunos medios han tildado de controversial la actitud del árbitro al detenerla cuando el boxeador ya se ponía de pie. Otros plantean que luego de la inesperada detención del pleito, llegaron entonces las protestas de inconformidad tanto del público como las del boxedaor mexicano, cuando en realidad las de este último no se apreciaron claramente. Si la decisión del árbitro fue controversial por deterner la pelea supuestamente antes de tiempo, –esto es muy dudoso–, pues más controversial aun lo fue la actitud del boxeador, quien a pesar del golpe recibido al hígado, parece, según sus propias palabras que se pudo haber incorporado mucho antes de cuando lo hizo y asi evitar lo ocurrido.
El mismo se contradijo al final de la pelea cuando declaró al entrevistador de Showtime que antes de la terminación del conteo del árbitro ya estaba en perfectas condiciones para continuar. Entonces, ¿por qué esperar tanto para incorporarse y correr ese riesgo? Si al menos hubiera reconocido su afectación por el gancho recibido por parte de Lucas, pues hubiera estado muy bien justificado, pero con su paradójica respuesta sólo generó aun más dudas y muchas críticas sobre su demora al incorporarse.
Muchos achacan la decadencia de los espectáculos boxísticos a las promotoras que manejan a los boxeadores de acuerdo a sus intereses, a los jueces y árbitros por sus polémicas decisiciones, sin embargo, en ocasiones son algunos boxeadores los que al no dejarlo todo sobre el ring, también afean el espectáculo.
Lo ocurrido hoy en Cincinati parece ser un claro ejemplo. El púgil tiene asegurada su ganancia sea cual sea, pero quien garantiza toda esa ganancia y todas las demás que se generen no es sino el público que paga, pero a veces al quedar decepcionado con actitudes como estas, es sin dudas el más afectado de todos.